Zurdo es, según mi adorada RAE, alguien «que tiene tendencia natural a servirse preferentemente de la mano y del lado izquierdos del cuerpo». Hasta aquí todo bien. Sin embargo, la cosa empieza a torcerse con la aclaración de «a zurdas» (al contrario de como se debía hacer). Algo similar sucede con siniestro cuya primera acepción es «dicho de una parte o de un sitio: que está a la mano izquierda», pero sus definiciones segunda, tercera y quinta son «avieso y malintencionado», «infeliz, funesto o aciago» y «propensión o inclinación a lo malo; resabio, vicio o dañada costumbre que tiene el hombre o la bestia», respectivamente.
En otros idiomas el tema no mejora. En chino mandarín el adjetivo zurdo significa «impropio» o «desacuerdo» y en noruego referirse a una «obra zurda» es decir que se ha «realizado de forma insatisfactoria».
Expresiones patrias del estilo «levantarse de la cama con el pie izquierdo» echan más leña al fuego, pese a reconocer que «tener mano izquierda» es un pequeño oasis en medio del despropósito lingüístico que suponen estos ataques al lado izquierdo del cuerpo.
Se calcula que entre el 8% y el 13% de la población mundial es zurda. Un porcentaje muy bajo comparado con la amplia mayoría de diestros y, como ocurre habitualmente con las minorías, marginado. En muchas zonas del planeta, debido a ridículas supersticiones, los niños son obligados a utilizar su mano derecha, aunque su tendencia natural sea usar la izquierda creando así lo que se conoce como «zurdos contrariados». Mi propia madre se encuentra dentro de este grupo, ya que sus profesores la impidieron aprender a escribir con la mano izquierda argumentando que “no era de Dios”.
Afortunadamente, en los países desarrollados este tipo de supersticiones han desaparecido y cada cual puede escribir con la mano que quiera. Sin embargo, los zurdos aún nos enfrentamos a dificultades a la hora de realizar actividades como conducir (la palanca de cambios está a la derecha), usar las tijeras, abrir una lata (la cicatriz que luzco en mi mano izquierda es un reflejo de este problema) y escribir en sillas con pupitre incorporado (que en un 99,9% de los casos se sitúa a la derecha).
En este mundo de y para diestros llama la atención la cantidad de personalidades ilustres zurdas como Julio César, Leonardo da Vinci, Napoleón Bonaparte, Marie Curie, Albert Einstein y, entre los contemporáneos, Bill Gates, Bill Clinton y Barack Obama, además de los actores Charles Chaplin y Robert de Niro y los deportistas Lionel Messi e Iker Casillas.
Ante tanta aberración no es de extrañar que la comunidad zurda se uniese para conmemorar, todos los 13 de agosto, el Día internacional de la zurdera, porque seremos pocos, pero ya es hora de que se nos tenga en cuenta.
Nahia Nebra 