Cantabria infinita

Viajar y vivir en diversos sitios ayuda a apreciar la belleza de lo distinto y provoca, incluso, que llegues a enamorarte de alguno de esos lugares, como me pasa con Londres y Nueva York.

Sin embargo, como bien dice la frase de Dorothy en ‘El mago de Oz’, «There’s no place like home«.

No es de extrañar que Bustamante, en su primer disco, dedicase una canción a «su Cantabria» porque mi Comunidad de adopción (de la que el ex triunfito es originario) tiene múltiples encantos. La calidad de la letra del tema es cuestionable, pero de lo que no hay duda es de que Cantabria, con sus verdes montañas, que terminan en salvajes playas, sus medianas ciudades y sus pueblos es espectacular.

La región es desconocida para el turismo de masas (debido, entre otras cosas, a su lluvioso clima) y ese es, precisamente, su principal atractivo. No obstante, más cerca de lo que parece, hay tesoros escondidos que merece la pena descubrir.

Ermita de la Virgen de las Nieves

La patrona de Guriezo, cuyo día se conmemora el 5 de agosto con una romería, se sitúa a 778 metros de altitud, lo que ofrece una panorámica del Valle y los municipios limítrofes.

Cuenta la leyenda que los pastores de la zona querían construir la Ermita más abajo, pero, por las noches, la Virgen subía las piedras con unos bueyes negros. Sea por providencia divina o no el hecho es que su acceso, cuesta arriba y entre rocas, no es el más sencillo, aunque las vistas compensan el esfuerzo.

Ermita de la Virgen de las Nieves

Embalse de El Juncal

La Ermita de la Virgen de las Nieves permite divisar este embalse, con una presa construida en 1930, que se encuentra también en Guriezo.

No es excesivamente grande (tiene una superficie de 18 ha y una capacidad de 2 hm3) y su principal atractivo reside en su paisaje, ya que está rodeado de bosques y montañas.

Embalse de El Juncal

El Inmaculado Corazón de María

En lo alto del monte en Castro-Urdiales se halla esta escultura, fácilmente visible desde la A-8, especialmente de noche gracias a su cuidada iluminación.

Conocida popularmente como «la Virgen» fue construida en 1956, por iniciativa del cura cleritiano Teodoro San Martín («Padre Pitillo»), y restaurada en 1996 por el Ayuntamiento de Castro-Urdiales. Desde sus pies puede admirarse todo el núcleo del municipio.

Virgen de Castro Urdiales