Decir que 2020 ha sido un año raro es quedarse muy corto. Si en enero, y embarazada de siete meses, me dicen que voy a estar confinada en mi casa, que no voy a poder viajar prácticamente a ningún sitio y que la mascarilla se va a convertir en un accesorio indispensable, no me lo hubiese creído.
Admito que era tan sumamente incrédula que, un par de días antes de que nos confinasen, no pensaba que fuera a suceder.
Sin embargo, no todo ha sido negativo. La llegada del bebé ha supuesto, como ya esperábamos, más trabajo, dormir menos y adaptar las rutinas, pero merece la pena al verle tan divertido y sonriente.
Además, aunque más cercanos y diferentes, sí que ha habido viajes y, por supuesto, no han faltado libros, música y nuevas experiencias.
Viajes
La calma y los inmensos arenales de Fuerteventura me han conquistado, convirtiéndola en mi favorita de las islas Canarias.
Por otra parte, nunca es tarde para seguir descubriendo una Cantabria que, como reza el eslogan, es infinita.
Libros
Ha sido un año de libros distintos e interesantes y también de reencuentros con sagas míticas. Dedicaré un par de entradas, en 2021, a recomendar lo que más me ha gustado.
Como pequeño adelanto os dejo este collage con las principales portadas en las que veréis a mi querida Sarah Lark, el inicio de ‘Las siete hermanas’ de Lucinda Riley, una visión actual sobre las mujeres musulmanas modernas y a la escritora vasca Alaitz Leceaga.
Musicales
No diría que es estrictamente un musical, sino más bien un repaso a las canciones de Mecano con coreografías y escenografías cuidadísimas. ‘Cruz de navajas’ es para fans del trío y me emocionó, tanto por el espectáculo en sí, como por volver a visitar un teatro tras tantos meses sin poder pisarlo.
Me despido de 2020 para dar la bienvenida a un 2021 que se presenta con una reforma integral, con mudanza incluida, pero no quiero decir adiós sin recordar uno de los momentos cumbre del año: montar en globo.
¿Cuándo? ¿Dónde? Nada más y nada menos que en la boda de mi amiga Fran, en el castillo de Arteaga. Casarse en 2020 ha sido un desafío continuo y, a la vez, un acierto total. Sobre todo, por ellos, que lo disfrutaron al máximo, y también por nosotros como invitados, porque nos hizo recordar la importancia de celebrar y nos acercó, aunque fuese por un ratito, a la ansiada normalidad.
¡Feliz 2021! ¡Te esperamos normalidad!